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martes, 17 de marzo de 2020

Martes 17 de marzo

¡Hola en este nuevo día! Imagino que habréis hecho toda la tarea de ayer. Os vais a librar de mis riñas aquellos que no lo hayáis hecho.
¡Venga! ¡Empezamos a trabajar!


LENGUA

Comprobad si tenéis bien las actividades de ayer. Yo no estoy ahí para corregir así que coged el bolígrafo rojo y ... ¡a corregir se ha dicho! Estas son las soluciones:

Página 141:
2.- Al principio son Jean y Jo.
3.- Jean, el conejo-sí, y Jo, el conejo-no. Se llaman así porque es lo que cada uno dice continuamente.
4.- Supieron que la comadreja era una bruja porque era negra y estos animales no tienen nunca ese color.
5.- “Gracias, buen provecho, eres muy amable, te lo agradezco” “Y tú, ¿has dormido bien?
6.- El sinónimo de encantamiento es maleficio.

Ficha de lectura:
-      Nombre del autor: G. Solotareff.
-      Título del libro: Cuento de otoño.
-      Resumen: Un par de hermanos duendes que se llevan muy bien sufren el maleficio de una bruja que hará que lo que antes era entendimiento y amor entre ellos sea cada vez más difícil, pues cada uno solo puede decir sí o no. Cuando la bruja les visita de nuevo y cree que son felices, cambia el encantamiento por otro que les impedirá dejar de bailar.
-      Opinión: respuesta libre.


Ahora hay que hacer tres ejercicios de la página 141 del libro: 7, 8 y 10. Para poder hacer este último, tenéis que leer el cuento que os dejo aquí debajo.

LAS ZAPATILLAS ROJAS de Hans Christian Andersen


Hace mucho tiempo vivía una hermosa niña que se llamaba Karen. Le apasionaba bailar, por lo que solía pasar varias horas al día danzando por toda la casa. De hecho, a veces se imaginaba a sí misma como una gran bailarina que recibía los aplausos de su público. Sin embargo, era tan pobre que ni siquiera podían comprarle lo que ella más deseaba: unas zapatillas rojas de baile.


Al morir su madre, una señora adinerada acogió a la niña y la cuidó como si fuera hija suya, encargándose de satisfacer todos sus caprichos. Un día, la llamó y le dijo:
-Esta tarde iremos a una gran fiesta, cómprate unos zapatos adecuados para la celebración.

Sin embargo, Karen no le hizo caso a la anciana y aprovechando que la anciana no veía muy bien, encargó a la zapatera un par de zapatillas rojas de baile.¡Las zapatillas eran preciosas! Dignas de una bailarina, por lo que el día de la celebración nadie podía apartar los ojos de los zapatos rojos de Karen.

Uno de los invitados se acercó a la anciana y le comentó que no estaba bien visto que una niña usara ese color para el calzado. La mujer, enfadada con Karen por haber desobedecido, la reprendió allí mismo:
– No deberías haberlo hecho. Me has desobedecido y te has comportado como una niña vanidosa, así no llegarás lejos.
Sin embargo, la niña no hizo caso a la riña y aprovechaba cualquier ocasión para lucir sus preciosos zapatos. Para mala suerte de Karen, la desgracia volvió a llamar a su puerta y su benefactora, la anciana señora, murió al poco tiempo. Para darle el último adiós, se organizó un funeral al que acudieron personas de todas partes de la región.
Karen estaba desconsolada, pero mientras se vestía para acudir al funeral vio los zapatos rojos brillando en la oscuridad. Sabía que no debía hacerlo, pero, sin pensarlo dos veces, cogió las zapatillas y metió dentro sus piececitos.
– ¡Estaré mucho más elegante! – dijo para sus adentros y partió hacia el funeral.

Al entrar en la iglesia, un viejo feo y barbudo se dirigió a ella:
– ¡Qué zapatillas de baile más bonitas! ¿Quieres que te las limpie? – le preguntó.

Karen pensó que así los zapatos brillarían más y, sin hacerle caso a lo que la señora siempre le decía sobre vestirse recatadamente, le dio las zapatillas al señor. El hombre miró fijamente las zapatillas y dándole un golpe a las suelas, les ordenó en un susurro:
– ¡Ajustaos bien cuando bailéis!

Al terminar el funeral y salir de la iglesia, Karen comenzó a sentir algo extraño en sus pies. Miró hacia abajo y, sin poder contenerlas, las zapatillas rojas ganaron vida propia y empezaron a moverse siguiendo un extraño ritmo, como si estuvieran poseídas.
Las personas del pueblo, extrañadas, vieron como Karen se alejaba bailando por las plazas, los prados y los pastos. Por más que lo intentaba, no había forma de quitarse los zapatos, ¡parecían estar pegados a sus pies! Así, pasaron los días y Karen seguía bailando y bailando.
¡Estaba muy cansada! Nunca antes se había sentido tan sola y triste. Lloraba y lloraba mientras bailaba, pensando en lo tonta y vanidosa que había sido, así como en su actitud de poco agradecimiento hacia la buena señora y la gente del pueblo que tanto la había ayudado.
– ¡No puedo más! – gimió desesperada. – Tengo que quitarme estos zapatos, aunque para ello sea necesario que me corten los pies.
Decidida, se dirigió bailando hacia un pueblo cercano donde vivía un verdugo muy famoso por su manejo con el hacha. Cuando llegó, sin dejar de bailar y con lágrimas en los ojos gritó desde la puerta:
– ¡Sal! ¡Sal! No puedo entrar porque estoy bailando.
– ¿Es que no sabes quién soy? ¡Yo corto cabezas! – le dijo el verdugo.
– ¡No, no quiero que me cortes la cabeza! Si lo haces no podré arrepentirme por mi vanidad. Pero por favor, córtame los pies con las zapatillas rojas para que pueda dejar de bailar, -le pidió Karen desesperada.

Sin embargo, grande fue la sorpresa de Karen cuando la puerta se abrió y en vez de ver a un terrible verdugo, vio al mendigo limpiabotas que había encantado sus zapatillas rojas.
– ¡Qué zapatillas de baile tan bonitas! – exclamó. – ¡Seguro que se ajustan muy bien al bailar! – dijo guiñándole un ojo a la pobre Karen.
– Déjame verlas de cerca.

El mendigo acercó sus dedos esqueléticos a los zapatos y las zapatillas rojas se detuvieron. Karen dejó de bailar inmediatamente. Con gran vergüenza le dio las gracias y se marchó a casa. Había aprendido la lección, así que nada más llegar guardó las zapatillas en una urna de cristal y no pasó un solo día en el que no agradeciera por no tener que seguir bailando dentro de aquellas zapatillas rojas.
Os dejo aquí otra versión de este conocido cuento por si queréis verlo y escucharlo.
 


MATEMÁTICAS

Vamos a empezar haciendo la portada de la unidad 9, titulada “Rectas y ángulos” y, después, leed con atención las páginas 138 y 139 del libro. Haced las actividades de la página 139; no os va a llevar mucho tiempo porque son ejercicios muy cortos.

Estas son las soluciones a los ejercicios de ayer:

10.- a) 74.3892
       b) 74.7989
       c) 58.7019
       d) 18.7582

19.- a) 6.800            b) 56.700              c) 240.000              d) 1.140.000

20.- e) 708 :9 No es exacta
       f) 468: 9 = 78 Exacta

23.- a) 235 x 26 + 20 = 6.130
       b) 119 x 72 + 65 = 8.633


26.- a) 698,68            b) 493,11              c) 200,74        d) 732,47


CIENCIAS NATURALES

El último día que tuvimos clase estuvimos haciendo unos ejercicios de las páginas 68 y 69; dejamos corregidos el 1 y el 2; quedaban por hacer el 3 y el 4. Aquí os dejo las soluciones:

  3. Se parecen en que las señales son percibidas al entrar en contacto con la pituitaria o las papilas, y en que se trata de sustancias químicas. Se diferencian en que unas señales viajan por el aire y otras disueltas en el agua.
  4.- Podemos apreciar: su tamaño y forma, la rugosidad de las almohadillas de sus patas, sus uñas afiladas, la delgadez de sus bigotes, la suavidad de su piel, su temperatura, etc.

Seguro que todos recordáis lo leído y explicado en clase sobre la función de relación. Vamos a volver a recordarlo viendo el siguiente vídeo.




Os propongo la siguiente actividad para hoy. 

1.- Copia el siguiente esquema en el cuaderno y complétalo. 











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